Araña
Las arañas (orden Araneae) son el orden más numeroso de la clase Arachnida, lejanamente emparentadas con otros grupos de artrópodos, como los insectos, con los que no deben confundirse. El grupo está abundantemente representado en todos los continentes, excepto en la Antártida. Todas son depredadoras, generalmente solitarias, de pequeños animales. Tienen glándulas venenosas en los quelíceros, con las que paralizan a sus presas. Producen seda, llamada tela de araña o telaraña, que usan para tejer redes de caza, tapizar refugios e incluso hacerse llevar por el viento. Hasta la fecha se han descrito más de 38.000 especies, sólo algunos grupos son realmente peligrosas para los seres humanos. La especialidad que se ocupa de las arañas y el resto de los arácnidos se llama aracnología. Hay personas que sufren de aracnofobia, miedo a las arañas.
La anatomía de las arañas coincide a grandes rasgos con la de otros arácnidos, es decir, con el cuerpo dividido en dos regiones o tagmas, prosoma (o cefalotórax) y opistosoma (o abdomen) y el mismo número y tipo de apéndices, es decir, un par de quelíceros, un par de pedipalpos y cuatro pares de patas locomotoras.
Las arañas tienen longitudes corporales que oscilan entre los 0,5 mm y los 9 cm que alcanzan algunos migalomorfos tropicales, los cuales llegan a capturar pequeños pájaros; con las patas extendidas alguno de éstos puede sobrepasar los 25 cm. Durante el Carbonífero superior y el Pérmico existieron arañas de más de 50 cm.
Los seis pares de apéndices mencionados anteriormente se insertan en el prosoma, así como los ojos simples; en cara ventral se abre la boca.
Los quelíceros presentan una sola articulación, entre la base, muy abultada, y una uña distal generalmente pequeña (en el extremo), y habitualmente portan glándulas venenosas. Cuando no se usa, la uña suele quedar más o menos protegida dentro de un surco del artejo basal.
Los pedipalpos son semejantes a las patas, pero no se apoyan en el suelo, sino que los llevan levantados por delante del cuerpo. Los machos de muchas especies emplean los pedipalpos para cortejar a las hembras, en cuyo caso pueden ser grandes o vistosos, y también como aparato copulador, que introduce una bolsa de esperma, el espermatóforo, en el cuerpo de la hembra.
Las patas locomotoras se insertan por debajo del prosoma y están constituidas por siete piezas o artejos, que son, desde el extremo proximal (base) hacia el distal (extremo): coxa, trocánter, fémur, patela o rodilla, tibia, metatarso y tarso.
El opistosoma alberga en su extremo posterior glándulas sericígenas (productoras de seda) que se abren al exterior por unos pequeños mamelones llamados hileras. En la parte inferior y anterior del opistosoma (o abdomen) se abren el epigino (poro genital), los pulmones en libro, cavidades respiratorias con pliegues internos laminares que, según los casos, son dos o cuatro, y/o los estigmas del sistema traqueal.
Las arañas son animales depredadores que paralizan a sus presas con el veneno de sus quelíceros. La mayoría de las arañas inyectan enzimas digestivas en la presa, realizando una digestión externa, al menos parcial. Muchas mastican a la presa parcialmente con dientes que forman parte del artejo basal de los quelíceros. Ahí se localizan también comúnmente pelos que permiten en muchos casos filtrar eficazmente el alimento, separando las partículas sólidas del líquido.
Al principio del tubo digestivo se sitúa una faringe o estómago de función suctora. Desde la mitad del prosoma y hasta el final del opistosoma se extiende el intestino medio, dotado generalmente de divertículos, que en algunos casos se extienden incluso a las patas. La digestión química se realiza sólo parcialmente en la luz del intestino, siendo fagocitadas partículas cuya digestión enzimática se completa de manera intracelular.
El aparato circulatorio es de tipo abierto, como en todos los artrópodos, con un corazón dorsal tubular situado en la parte dorsal anterior del opistosoma, en cuya superficie se marca su presencia por un surco cardíaco. Es posible en algunos casos percibir sus latidos, de 30 a 100 por minuto, más numerosos en las arañas más pequeñas. La hemolinfa es bombeada al corazón desde una cavidad pericárdica y proyectada fuera de él con energía. La elevada presión se ha interpretado como signo de una función hidráulica, que podría jugar un papel en el movimiento de las patas. La presión se duplica durante la muda. La hemolinfa, según es normal en los artrópodos, carece de células pigmentarias, pero no de pigmentos transportadores, que son en este caso hemocianinas, de color azulado. La extensión de los vasos es limitada, y afecta, como es normal en sistemas abiertos, sobre todo a los órganos respiratorios.
La respiración se realiza por órganos internalizados, normal en animales de vida aérea, que en este caso son pulmones en libro o filotráqueas (a veces llamados tráqueas en libro), uno o dos pares que se abren en la parte mediana y ventral del opistosoma anterior. Tienen una estructura plegada, lo que multiplica la superficie de intercambio, y a través de ellos la hemolinfa circula canalizada por vasos. Muchas arañas tienen también un sistema traqueal que no es homólogo al de los insectos.
La excreción se realiza por glándulas coxales no muy desarrolladas y por tubos que desembocan en el intestino análogos a los tubos de Malpighi de los insectos.
Como el resto de los quelicerados, carecen de antenas, y usan los pedipalpos como órganos táctiles y olfativos. La vista de las arañas es generalmente muy pobre, a pesar de tener hasta cuatro pares de ojos simples denominados ocelos, que en algunas familias se reducen a tres pares o menos. La colocación, tamaño y color de los ojos son caracteres diagnósticos de las familias, es decir, permiten distinguir unas de otras. En unos pocos casos la visión es eficaz, y en los saltícidos (Salticidae) es la mejor de todos los invertebrados terrestres.
No se conocen especies de araña que no produzcan seda, material compuesto de proteínas complejas, que utilizan para muy variadas funciones: cazar presas y envolverlas en ella; como adhesivo de otros materiales de construcción de túneles, trampillas, etc; como áreas de locomoción, así como otras muchas utilidades. Ciertas especies de arañas crean un largo hilo que les sirve de vela para ser arrastradas por el viento. Este fenómeno se conoce como aerodispersión. En el extremo posterior del abdomen se encuentran las glándulas secretoras de seda denominadas hileras, que producen un fluido que se solidifica al contacto con el aire (el fluido es una disolución concentrada de proteínas, cuya estructura se transforma justo antes de salir, convirtiéndose en una forma insoluble que rápidamente se deshidrata y constituye la fibra de seda).
Las arañas son depredadoras. Se alimentan de presas singulares que capturan activamente. Algunas producen una red (telaraña) en la cual las presas caen por accidente, enredándose y pegándose en ella. En ese caso la araña, que permanece al acecho con las patas extendidas sobre la red, capta las vibraciones y se acerca a su presa. Otras arañas cazan al acecho, en el suelo o sobre la vegetación, detectando a sus presas por las vibraciones del sustrato o con sus ojos, como hacen los licósidos y los saltícidos. Las arañas no despedazan y tragan a sus presas, como hacen, por ejemplo, sus parientes los solífugos, sino que les inyectan veneno con sus quelíceros mientras las sujetan con sus patas y sus pedipalpos. Una vez paralizadas por el veneno les inyectan jugos digestivos, que producen una digestión externa del animal dentro de sus propios tegumentos, sorbiendo a continuación la papilla resultante. Por eso se observa a las arañas permanecer inmóviles durante largo rato mientras sujetan su presa inmóvil.
Siendo cazadoras solitarias, tienden a considerar una presa cualquier cosa que se mueva y tenga el tamaño apropiado. Los machos, generalmente más pequeños que las hembras, buscan a éstas activamente, cortejándolas con “danzas” elaboradas en las que el movimiento rítmico de los pedipalpos puede jugar un importante papel, en un intento por no ser devorados por las hembras. El ritual puede incluir el obsequio por el macho a la hembra de una presa envuelta en seda, lo que en algunas especies ha evolucionado hasta ser sólo un señuelo, la bolsa de seda, desprovisto de contenido. Cuando consigue la aproximación, el macho introduce un espermatóforo en las vías sexuales de la hembra usando sus pedipalpos, que actúan como órganos copuladores. A pesar de la ritualización, es común que la hembra termine la relación devorando a su pareja.
Las arañas son artrópodos con desarrollo directo, es decir, pasan por ecdisis (mudas) sucesivas, pero no sufren metamorfosis y los juveniles se distinguen de los adultos esencialmente sólo por su menor tamaño y su falta de madurez sexual.
Como depredadoras, las arañas suelen ocupar una posición terminal en las cadenas tróficas. Desempeñan un papel importantísimo como depredadores: son las mayores consumidoras de insectos que hay en el planeta y contribuyen decisivamente en controlar su número.
Se encuentran en todos los climas, incluso los fríos, poco favorables para los animales poiquilotermos, y se cuentan entre los seres vivos registrados a mayores altitudes. Abundan por igual en ambientes secos y húmedos y algunas llevan una existencia acuática, como la eurasiática Argyroneta aquatica, que llena su nido subacuático con una burbuja de aire, o la australiana Megadolomedes australianus.
La investigación del comportamiento (Etología) de las arañas es un campo de gran riqueza. Aunque su capacidad de aprendizaje es modesta, según es regla en los artrópodos, hacen gala de una gran variedad y complejidad de comportamientos instintivos (heredados), sobre todo en lo referente al cortejo y apareamiento y al cuidado parental. Es notable también la precisión con que algunas fabrican su red de caza.
El cuidado parental, la atención activa a la progenie, se ha observado en distintas arañas. Los licósidos portan los huevos, encerrados o no en un capullo, y cuidan a los individuos juveniles hasta que estos alcanzan el desarrollo suficiente para capturar presas. Se conocen algunos casos de suicidio maternal, en los que las jóvenes arañas obtienen del cuerpo de su madre el primer alimento.
Algunas arañas, como el género cosmopolita Argyrodes (familia Theridiidae), son cleptoparásitas, que roban a otras arañas sus presas, manteniéndose al acecho en sus telas. El cleptoparasitismo se ha observado en media docena de familias.
Las especies del género Mycaria (familia Gnaphosidae) practican el mimetismo de las hormigas, no sólo por su aspecto, sino por sus actitudes, levantando las patas anteriores hasta la posición de unas antenas. Lo mismo hace Sunpunna picta, que imita los movimientos de una avispa.
Todas las arañas, salvo las de la familia Uloboridae, son venenosas. En general son más venenosas las arañas que cazan activamente que las que capturan sus presas al acecho o por medio de una red. El producto que inyectan los quelíceros tiende a satisfacer dos propósitos: primero, la digestión externa de la presa, para que la araña absorba la papilla resultante; segundo, la inmovilización de las presas. Además, algunas arañas migalomorfas (tarántulas americanas) portan pelos urticantes, que producen irritación cuando se tocan y pueden dañar severamente áreas delicadas, como los ojos.
Como regla las arañas son demasiado pequeñas para atravesar la piel humana con sus quelíceros. De las que pueden hacerlo la mayoría producen efectos someros y locales, pero unas pocas especies pueden producir intoxicaciones sistémicas severas o necrosis (muerte del tejido) localizado pero extenso.
Las arañas más venenosas son las australianas de los géneros Atrax y Hadronyche, unas 35 especies localmente conocidas como arañas de embudo, por la forma de las entradas a las redes tubulares que fabrican. Los primates, incluidos los seres humanos, resultan ser excepcionalmente susceptibles al veneno de estas arañas, que en otros mamíferos producen efectos leves. Se trata de migalomorfos grandes que producen polipéptidos neurotóxicos. La incidencia del envenenamiento, que responde bien al antídoto, es pequeña y llegaron a registrarse 26 muertes en Australia antes de que se desarrollara el suero específico en 1981.
Hay dos grupos de arañas pequeñas cuyo veneno es menos potente, pero que por ser más comunes originan más casos de envenenamiento. Se trata de las viudas negras, del género Latrodectus, y de las “arañas pardas”, del género Loxosceles.
El latrodectismo es la intoxicación por viudas negras, especies del cosmopolita género Latrodectus (familia Theridiidae), cuyas especies más notables son Latrodectus mactans, en Norteamérica, L. tredecimguttatus, en el Mediterráneo, L. hasselti, en Australia y L. geometricus, en África meridional. Las arañas de este género se encuentran en rincones oscuros de todas las latitudes. Las hembras, más grandes que los machos y más venenosas, devoran a éstos durante el apareamiento. No son agresivas, sino que huyen, lo que hace la mordedura muy circunstancial. Existen antídotos eficaces contra esta mordedura. El principio activo del veneno que produce los efectos graves es un neurotóxico llamado α-latrotoxina. Los efectos locales aparecen al cabo de un rato en forma de dolor y se prolongan de 3 a 7 días, pero sólo en un tercio de los casos llega a haber efectos sistémicos (que afecten al conjunto del organismo) y las muertes son muy esporádicas.
El loxoscelismo es la intoxicación por “arañas pardas” de la familia loxosceles, de las que existen muchas especies. Estas arañas tejen redes desordenadas en rincones, también dentro de las casas. Son más activas durante la noche y nada agresivas, mordiendo sobre todo cuando se encuentran atrapadas entre las ropas de cama o los vestidos. El veneno de Loxosceles es proteolítico, y produce una necrosis local que puede extenderse y tarda en cicatrizar. Efectos sistémicos sólo se producen de manera muy excepcional y las muertes confirmadas son rarísimas. No existen antídotos eficaces. Efectos del mismo tipo, pero generalmente más suaves, se han observado en caso de mordedura por diversas arañas, como las arañas tigre del género Argiope, las tarántulas verdaderas del género Lycosa o las pequeñas arañas domésticas del género Tegenaria.
Otro género implicado en envenenamientos serios es Phoneutria, que incluye arañas sudamericanas de hábitos nocturnos, grandes y agresivas, que producen un veneno neurotóxico. Esta araña, llamada popularmente "araña del banano", suele permanecer en los tallos de las bananeras, con lo que pueden alcanzar otros países viajando como polizones en los plátanos que algunos barcos llevan como mercancía. Los síntomas son severos en muchos casos, pero la muerte es un resultado excepcional.
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